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La muerte, al otro lado del arcoiris

  • Pablo Chavez Bastidas
  • 5 sept 2015
  • 4 Min. de lectura

“Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo”. Platón (427 AC-347 AC). La muerte, uno de los grandes enigmas para el hombre, el cual nos replantea el significado de la vida para quienes apenas nacemos, comenzamos a morir. “La impotencia de no poder controlar nuestra propia existencia. Puede que, eso, nuestra vulnerabilidad, nos permita seguir avanzando para perpetuarnos, para inmortalizarnos, aunque sólo sea a través de nuestras obras”. Anabel Sáiz Ripoll. La religión cristiana considera la muerte como el fin de la permanencia física del ser humano en su estado carnal, para tal efecto nos entrega reglas de comportamiento que nos garantizarán la “salvación” y la vida eterna; elevando nuestra alma a un mundo celestial formando, parte de los 144.000 (según Testigos de Jehová) que gozarán de un mundo pleno escapando de purgar nuestras almas en el infierno. Sin embargo ¿quién puede asegurar que los pecados no los pagamos en vida y esta vida es el infierno mismo? .Si hasta el propio Jesús conoció la vida para cargar con los pecados del mundo y fue enviado a nosotros con el propósito de morir por los suyos e incluso sufrió la angustia de la muerte en la misma cruz. ¿Qué hay más allá de la muerte? Es otra de las interrogantes que nos hacemos, ¿Qué sucede con nuestra alma? Aunque primero, como lo decía Confucio “Si no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?”. Comprender nuestra importancia mientras respiramos y no ser solo un vehículo que transita por una larga pero a la vez corta carretera sin un destino determinado. La luz al final del túnel, las cadenas de los que no cruzaron el umbral y quedaron en el limbo por la eternidad a espera del descanso eterno, son algunas de las hipótesis que resultan a lo desconocido por los vivos y quienes mueren no lo pueden contar, por mucho que se les interrogue en sesiones espiritistas por aquellos que se aprovechan de esos pobres ilusos desesperados con una deuda con quienes han marchado. “La muerte para los jóvenes es naufragio y para los viejos es llegar a puerto”. Baltasar Gracián (1601-1658) Escritor español. La tragedia y el consuelo en los 2 extremos de la vida; aquellos que ven truncados sus sueños por un capricho del destino y esos que por momentos, olvidados por la sociedad, ansían y esperan la muerte como el momento del merecido descanso. Como Los románticos se sienten abandonados por Dios, culpables y solos. Se mueven en el vacío y van a la autodestrucción. Almas depresivas para quienes la vida está llena de trabas y males, en consecuencia, la muerte resulta una amiga y solución a su tormento, es la libertadora, la que trae la paz al alma atormentada. Como lo expresa Russell P. Sebold, la actitud del suicida y no el suicidio en sí lo claramente romántico: "... lo más romántico no es el mismo acto de privarse del aliento, sino imaginarse la propia muerte como respuesta irrebatible del mal comprendido idealista joven, noble, ambicioso a un mundo indigno, frío, indiferente". A lo mejor visto desde la visión de Gandhi quien afirmó: “Si la muerte no fuera el preludio a otra vida, la vida presente sería una burla cruel”. Algo que en medida me sumo, al ver a grandes referentes de la música que inspiraron y llenaron de vida a miles de personas con sus creaciones y que ahora ya no están junto a los vivos, formando parte de un coro celestial, “…al otro lado del arcoíris”, como cantaba Ronnie james Dio en los 80, uno de los pocos que fue admirado en vida sin la necesidad de morir para ser reconocido como sucede tanto en nuestra sociedad, “muere y vivirás por siempre”. Ya lo decía el Rey lagarto al referirse a la muerte: “La muerte hace ángeles de todos nosotros y nos da alas donde antes teníamos sólo hombros… suaves como garras de cuervo.” Jim Morrison, The Doors. Uno que no veía la muerte como un final, sino más bien, como un comienzo, ya que para él la vida era una transición, una etapa del ser humano que solo comprendería abriendo las puertas de la percepción. Somos los únicos con la facultad de la razón y la emoción, nuestra vida es demasiado corta como para perdernos en trivialidades, nosotros forjamos nuestros propios destinos, escribimos nuestra historia y hacemos caminos para nuestra descendencia porque con nuestras obras permanecemos en el tiempo y en la memoria, ya que mucho peor que la muerte…es el propio olvido. XXI LA MUERTE

HE renacido muchas veces, desde el fondo de estrellas derrotadas, reconstruyendo el hilo de las eternidades que poblé con mis manos, y ahora voy a morir, sin nada más, con tierra sobre mi cuerpo, destinado a ser tierra.

No compré una parcela del cielo que vendían los sacerdotes, ni acepté tinieblas que el metafísico manufacturaba para despreocupados poderosos.

Quiero estar en la muerte con los pobres que no tuvieron tiempo de estudiarla, mientras los apaleaban los que tienen el cielo dividido y arreglado.

Tengo lista mi muerte, como un traje que me espera, del color que amo, de la extensión que busqué inútilmente, de la profundidad que necesito.

Cuando el amor gastó su materia evidente y la lucha desgrana sus martillos en otras manos de agregada fuerza, viene a borrar la muerte las señales que fueron construyendo tus fronteras.

PABLO NERUDA.


 
 
 

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